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Hablar con imágenes

Algunas reflexiones sobre la capacidad discursiva de la imagen fotográfica en la creación artística contemporánea


Carlos Araujo


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Joan Fontcuberta. Gastropoda #XI, 2012 Impresión digital sobre Hahnemühle Photo Rag, papel de 308 gr 100 x 75 cm Ed. 5 + 1 p.a.


El lenguaje fotográfico como medio discursivo para la creación artística, es probablemente —para mí— el lenguaje más versátil para la elaboración de metáforas que intentan plasmar en la imagen resultante, lecturas de cómo percibimos y reelaboramos “la realidad” a partir de la evidencia visual; del registro fotográfico como

evidencia de que algo sucedió y se registró como imagen, haya sido real o ficticio.


En mi trabajo creativo, el lenguaje fotográfico ha tenido un papel protagónico a la hora de conceptualizar y materializar ideas de creación artística; el poder comunicacional para transmitir o al menos inducir un mensaje, me ha permitido combinarlo con otros lenguajes como el gráfico y el pictórico, para jugar con los linderos de esos lenguajes y desarrollar una imagen con cualidades híbridas de expresión plástica. Mi principal interés ha sido

investigar cómo realizar un planteamiento creativo, empleando a la fotografía como medio de expresión de dicho planteamiento, y a la vez como evidencia estética del mismo.


Es, por este motivo que el análisis de la imagen fotográfica sea tan importante de abordar como un ejercicio de diálogo virtual —tanto con la imagen como con el autor de la imagen— para reflexionar sobre la potencialidad de la fotografía para generar metáforas de lo que percibimos como realidad; la fotografía como evidencia visual; la ficcionalidad y verosimilitud del registro fotográfico, y algunas consideraciones sobre las maneras de consumir las imágenes fotográficas en la contemporaneidad.


Pretendo organizar algunas de estas reflexiones a partir del análisis de la serie fotográfica Gastrópoda (2016) de Joan Fontcuberta. Las razones para justificar la escogencia de esta investigación sensible, las iré exponiendo en el transcurso de este

escrito; pero la principal justificación es que este trabajo plástico me ha servido como marco de referencia para el desarrollo de mi proyecto creativo más actual.


Justamente, hace unos tres años cuando inicié con la serie “Remiendos”, uno de mis últimos proyectos creativos que consiste en reunir la mayor cantidad posible de catálogos y publicaciones impresas originales de los museos nacionales en su época de oro,

específicamente del MBA y la GAN, e intervenir manualmente cada publicación sustrayendo material impreso y sustituyendo el vacío con un parche tejido y/o fotográfico a manera de remiendo. Mostrando como resultado esas mismas publicaciones y catálogos, pero con la interferencia en la imagen impresa del remiendo que lo censura,

que estimula al olvido, que borra parte importante de la información reproducida, pero que se reconfigura en imagen y en resultado estético al mismo tiempo.


Con ese proyecto que aún hoy está en producción, fue que inicié mi investigación buscando referencias de otros artistas que hayan desarrollado obras con intencionalidades discursivas similares y con herramientas y medios para la materialización de la idea, relacionados con la fotografía y con la apropiación de la imagen gráfica impresa. Fue así que me topé con la serie Gastrópoda de Joan Fontcuberta, esta serie fotográfica representa, a mi manera de ver, un buen ejemplo de la capacidad polisémica de interpretación que puede contener la fotografía como medio discursivo.


En el blog de la galería Àngels Barcelona, hay una descripción preliminar de esta serie de Fontcuberta que dibuja de manera sintetizada la intención o planteamiento del autor:


Gastrópoda es una serie constituida a través de la acumulación de imágenes impresas, la gran mayoría siendo tarjetas postales recibidas por el artista como invitaciones a exposiciones de arte, que se han ido acumulando en su buzón cómo si se trataran de correos spam impresos. Para la realización de esta serie el artista se ha servido de la acción corrosiva de los caracoles (pertenecientes a la clase gastrópoda) sobre las tarjetas acumuladas y así poder transformar su superficie.


Con Gastrópoda Fontcuberta aborda el proceso de transformación y degradación de imágenes icónicas. De esta manera, el artista descubre un poder añadido en las imágenes representadas encontrando una reflexión a través de esa acción natural que se bifurca en tres direcciones: una, sobre la autoría de la obra, la otra,sobre el trabajo en producción en el arte contemporáneo, y una tercera, que hace referencia a la sobresaturación actual de la imagen. [1]


Pero ¿cuál es, entonces, el resultado estético de esta obra de Fontcuberta? en este sentido nos encontramos frente a una serie que expone como resultado estético, el registro fotográfico de las imágenes resultantes de los impresos gráficos intervenidos por la corrosión provocada por los gasterópodos. Es decir, en esta obra, el “objeto museable” es justamente la evidencia estética generada por el registro fotográfico —y a su vez convertida en imágenes gráficas a través de su impresión digital— evidencia del resultado de una acción corrosiva y biológica producida por los caracoles sobre la superficie de impresiones gráficas; degastando, velando y desapareciendo, la imagen inicial contenida en los materiales impresos.


Haciendo énfasis en las imágenes gráficas, cuando W. J. T. Mitchell en su ensayo ¿Qué es una imagen? infiere sobre la constitución familiar y por ende genealógica de las imágenes, observando los tipos de imágenes que se producen en los juegos del lenguaje; categoriza y organiza las imágenes por dimensiones o conjuntos en un esquema tipo “árbol genealógico”, en donde cada rama representa la dimensión y disciplina a la que esa familia de imágenes pertenece. Allí nombra, en la familia de las imágenes gráficas, a la pintura, la escultura y el diseño; lenguajes que están vinculados, como la fotografía, a la producción y representación de imágenes artísticas, y cuyo lugar como disciplina intelectual que las reúne y las valida lo tiene y lo ocupa la historia del arte. (Mitchell, 2011, p.110)


Por eso llama la atención que precisamente los materiales impresos que recoge y escoge Fontcuberta para su “experimento científico creativo”, son los relacionados con las invitaciones a galerías, charlas sobre arte y exposiciones y otros eventos sobre el mundo del arte; materiales en los que en la mayoría había impresiones de reproducciones de pinturas, fotografías y otras imágenes gráficas. Pareciera que el artista estaba empeñado en corroer la imagen reproducida y reproductible, quizás para propiciar su olvido y restarle importancia icónica. ¿Qué pudieran decirnos entonces las imágenes resultantes de la corrosión, con respecto a las imágenes gráficas originales que reproducían a su vez imágenes de obras de arte?


Pero esas tarjetas y postales de invitación que recogió y seleccionó el artista, no sólo contenían reproducciones de pinturas, fotografías e ilustraciones; también contenían la impresión gráfica de palabras y textos. El diseño y la diagramación también formaban parte de una especie de “imagen textual”. En este punto, hay varias particularidades sobre la serie Gastrópoda que es relevante puntualizar y a las que volveremos en un momento, estas son: la apropiación de imágenes gráficas y el interés por el deterioro de la imagen gráfica impresa y reproductible, y por otro lado la vinculación que tiene la palabra con la imagen; siendo la palabra impresa en esta serie, otra suerte de imagen gráfica que también se ve afectada por el consumo y la saturación de imágenes en la contemporaneidad.


Por ello, para seguir visualizando mejor la obra seleccionada para analizar en este escrito, Manuel Guerrero Brullet, ensayista, crítico de arte y curador español, nos presenta algunos datos anecdóticos y descriptivos sobre la serie Gastrópoda:


“Joan Fontcuberta vive en La Roca del Vallès, en una zona húmeda, donde son habituales los caracoles. La anécdota real que excitó su imaginación poética y

transgresora proviene de constatar que en el buzón exterior de casa, después de unos días de viaje, había unos cuantos caracoles que se habían zampado parte del papel de las cartas y de las invitaciones que había dejado el cartero. El gusto de los caracoles por la celulosa y otros elementos constitutivos del papel dejaba en un estado deplorable pero muy curioso las imágenes que figuraban en los papeles recogidos después del festín digestivo de los gasterópodos. La curiosidad insaciable llevó a Fontcuberta a seguir observando con detención el fenómeno.


Es así como nació la serie e instalación Gastrópoda, que se compone de tres

elementos: una pecera habitada por un puñado de caracoles que hacen su trabajo devorando un conjunto de papeles e invitaciones; un vídeo con imágenes microscópicas en alta definición de los caracoles comiendo el papel, y un conjunto variado de fotografías ampliadas de muestras de las sorprendentes imágenes fragmentadas y desmaterializadas resultantes de la acción depredadora de los caracoles encima de papeles e invitaciones de origen diverso. Se trata, pues, de una instalación didáctica, como en un museo de la ciencia, que nos permite observar y disfrutar de un hecho insólito y curioso. Como siempre en la obra de Fontcuberta, una acción divertida y humorística, un gesto iconoclasta y lúdico, aparentemente banal e inocente, revela una crítica mordaz de nuestra sociedad consumista de imágenes banales sin fin. Como los gasterópodos, los humanos nos hemos convertido en devoradores compulsivos de imágenes que se van degradando hasta su desaparición.” [2]


En este texto crítico y descriptivo hay una apreciación de Guerrero Brullet en la que vale la pena detenerse: ¿por qué el hecho de someter al deterioro, incluso a la desaparición, a un conjunto de imágenes gráficas impresas (que reproducen a su vez otras imágenes vinculadas a la creación artística) puede ser visto en la actualidad por un crítico de arte —e incluso por el artista— como “una acción divertida y humorística, un gesto iconoclasta y lúdico, aparentemente banal e inocente…”. Walter Benjamin en su ensayo “La obra de

arte en la época de su reproductibilidad técnica” (1936), ya nos declaraba en el siglo pasado, como una imagen gráfica reproducida y reproductible estaba destinada a inutilizar su categoría de singularidad y originalidad, en una suerte de pérdida de la esencialidad irrepetible (aura) de la obra de arte en su nivel estético; todo esto provocado justamente por la reproducción técnica de las imágenes.


Cabe sospechar entonces, que tanto para Fontcuberta como para el investigador y crítico Guerrero Brullet, las imágenes gráficas impresas ofrendadas al deterioro producido por la corrosión de los caracoles, no contienen un ánima al cual transgredir directamente,

más bien representan simbólicamente una metáfora de todas las imágenes reproducidas a nivel técnico que suponen un exceso que enriquece a esa saturación de consumo de imágenes al que se refiere el crítico en su texto. Evidentemente Fontcuberta, vuelve a

recurrir a la reproducción técnica seriada de sus resultados estéticos, a través de la impresión digital (sobre papel de algodón Hahnemühle Photo Rag) de cinco ejemplares más una prueba de artista de cada imagen resultante de sus registros fotográficos, lo que deriva en una dicotomía de su supuesta crítica a las sociedades consumistas de imágenes banales.


Sin embargo en esta acción de reproducir digitalmente, Fontcuberta podría estar declarando su inquietud sobre la evolución de la fotografía en la época de reproducción digital. Guerrero Brullet también agrega lo siguiente en su texto crítico sobre la obra del

artista:


No hay duda de que la eclosión de la imagen digital, de carácter planetario con la extensión de internet, al final del siglo XX, no ha hecho más que poner de manifiesto, de una manera directa y clara, la dificultad en defender la relación entre fotografía y verdad con la generalización, por ejemplo, de técnicas de retoque de las imágenes como Photoshop. Y es, justamente, la reflexión sobre las transformaciones radicales de la producción, difusión y recepción de la imagen fotográfica en la era digital uno de los centros de atención fundamentales de la creación teórica y fotográfica de Joan Fontcuberta en los últimos años, los que considera ya como era postfotográfica.


Por otra parte Fontcuberta, citado por Brullet, señala: “El valor de creación más determinante no consiste en fabricar imágenes nuevas, sino en saber gestionar su función, sean nuevas o viejas. Por ello, la autoría –la artisticidad– ya no radica en el acto físico de la producción, sino en el acto intelectual de la prescripción de los valores que puedan contener o acoger las imágenes: valores que subyacen o que les han sido inyectados.”

Joan Fontcuberta. De la serie Gastrópoda. Detalles de los registros fotográficos e impresiones digitales.


Todo esto nos lleva a suponer que lo que está en juego en esta serie(y en tantas otras de Joan Fontcuberta) es la necesidad de cuestionar al lenguaje fotográfico sobre su imparable evolución generada por la tecnología digital y por una nueva manera de consumir las imágenes gráficas en esta era. Leticia Rigat, ensayista, investigadora y fotógrafa argentina, comenta lo siguiente al respecto:


“En el caso específico de la fotografía, en los años 1990, tomó forma el debate sobre los impactos que la digitalización traería sobre las prácticas fotográficas basadas en el soporte químico; se anunció la pérdida de la credibilidad de la imagen (de su capacidad de ofrecernos un registro directo de lo real); y con ello se anunció su muerte y la llegada de una nueva Era: la de la postfotografía

(Mitchell, 1992; Mirzoeff, 2003 [1999]; Ritchin, 2010; Robins, 1997; Fontcuberta,2007).”


“Sin duda, los cambios en la fotografía han sido muchos, y las transformaciones en el dispositivo fotográfico pueden pensarse como un punto de inflexión para reflexionar sobre el lugar que la fotografía tiene en la contemporaneidad, en la nueva cultura digital y los nuevos medios de comunicación.”[3]


Estos cambios evolutivos del lenguaje fotográfico, también se ven reflejados en la manera como relacionamos las imágenes gráficas (en este caso fotográfica) con la palabra. En este sentido Rigat acude a Berger para exponer la importancia de la palabra, en complejidad simbiótica con la imagen, para dar significación a lo que las imágenes fotográficas nos revelan y expresan; Rigat comenta al respecto:


Berger afirma que necesitamos un título para comprender el sentido de lo que las imágenes nos muestran, principalmente, aunque no únicamente, en las fotografías de circulación pública, puesto que en el ámbito privado muy a menudo las imágenes remiten al recuerdo y a la memoria (aunque sea adquirida por el relato) del grupo social al que pertenecen. Asimismo, suma, que la significación del título que acompaña la imagen depende del sentido de la historia que testimonia. De esta manera, Berger destaca el vínculo estrecho entre lasimágenes y las palabras:


En la relación entre una fotografía y las palabras, la fotografía reclama unainterpretación y las palabras la proporcionan la mayoría de las veces. La fotografía, irrefutable en tanto que evidencia, pero débil en significado, cobra significado mediante las palabras. Y las palabras, que por sí mismas quedan en el plano de la generalización, recuperan una autenticidad específica gracias a la irrefutabilidad de la fotografía (Berger, 1998, p. 92).


Sabemos, desde el punto de vista de Susan Sontag publicado en su ensayo Sobre la fotografía (1977), que para ella la imagen fotográfica no expresa ni explica nada por sí misma; pero también sabemos por la aguda visión y reflexión de W.J.T Mitchell (ob. cit. p.108) que Sontag privilegia en ese escrito, “el decir” (la palabra) sobre la imagen, en un juego de sustitución donde no permite que una se complemente y complejice con la otra. Su perspectiva no parece brindar una posibilidad de comunicación entre el decir y su representación imaginaria; y en el ensayo de Rigat, la autora parece coincidir un poco con Sontag cuando comenta:


“Desde esta perspectiva, Sontag afirma que mediante las fotografías no comprendemos nada, las fotos no explican nada en sí mismas, esto es una función del tiempo y la fotografía ha sido arrancada de la duración, es decir, el corte que las funda rompe con el eje de la duración real: “en rigor, nunca se comprende nada gracias a una fotografía, desde luego, las fotografías llenan lagunas en nuestras imágenes mentales del pasado y el presente” (Sontag,1977,

p. 33), la comprensión se basa en lo temporal, sólo lo narrativo puede permitirnos comprender.”



¿Entonces esto significa que una imagen fotográfica no tiene la capacidad de narrar algo por sí misma? ¿Por qué entonces, elije Fontcuberta (un artista, docente, investigador, crítico y promotor de arte) una impresión digital de su registro fotográfico para presentarnos como metáfora, una evidencia sobre su percepción del consumo desmesurado de las imágenes gráficas en la actualidad? ¿Por qué no eligió, como ensayista o investigador, apelar a la palabra para hacer una crítica a la sociedad consumista de imágenes banales? ¿Es que acaso existe la posibilidad de reivindicar la imagen fotográfica como un medio de creación artística con suficiente capacidad discursiva, a pesar de las mutaciones que ha sufrido el dispositivo fotográfico a causa de la evolución tecnológica digital? Parafraseando a Rigat ¿Será la “postfotografía” la encargada de posicionar el lenguaje fotográfico en una nueva cultura de la imagen fundamentada en el uso de nuevos medios de comunicación que han transformado drásticamente los modos de producción, circulación y recepción de las imágenes? Quizás por esto Rigat comenta que:


En este sentido, Mirzoeff (2003) plantea que la reivindicación de la fotografía como reflejo de lo real ya no puede sostenerse a partir de las transformaciones en el dispositivo fotográfico. Por su parte, Robins afirma que la muerte de la fotografía y la llegada de la era de la postfotografía “representa una respuesta al desarrollo de la nueva tecnología electrónica digital para la grabación, manipulación y almacenamiento de imágenes” (Robins, 1997, p. 49).


Pareciera entonces que en la serie fotográfica Gastrópoda de Joan Fontcuberta, la imagen fotográfica juega con su posibilidad incuestionable de evidenciar algo, pero también con su fragilidad de significar dicha evidencia; por eso recurre a la palabra impresa, esta vez también como imagen gráfica impresa, que refuerza la conexión del espectador con el posible origen de la imagen gráfica original, su probable importancia para el medio del arte, y con la fantasía elucubrada de lo que pudo suceder en su proceso de deterioro y desaparición. Al final, por lo menos hasta ahora, quedan más preguntas que reflexiones, pero es un inicio para empezar a comprender como las imágenes y el discurso conceptual que las sostienen, pueden complejizarse hasta el punto de observar que todo son imágenes y que nuestra percepción de la realidad es lo que termina de configurarlas y asimilarlas.


Joan Fontcuberta, de la serie Gastrópoda, detalle.


 

Notas:


[1] Disponible en: http://angelsbarcelona.com/en/artists/joanfontcuberta/

projects/gastropoda/142


[2] Disponible en: https://fundaciomargueridademontferrato.cat/wpcontent/

uploads/2020/01/Quan-bado_JoanFontcuberta.pdf

 

Referencias y fuentes:


RIGAT, Leticia. De lo fotográfico a la fotografía digital contemporánea: la imagen en el intercambio discursivo. Universidad Nacional de Rosario / CONICET, Argentina. Disponible en:


Benjamin, Walter. (1936) La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Edición en español por EGodot Argentina, 2019.


Berger, John. (1998) Apariencias. Berger, J. y Mohr, J. (1998) Otra manera de contar.Murcia: Editorial Mestizo.


Mirzoeff, Nicholas. (2003) Una introducción a la cultura visual. Barcelona: Paidós.


Mitchell, W.J.T. (1984) ¿Qué es una imagen? en García Varas, Ana. (2011) Filosofía de la Imagen. Ediciones Universidad de Salamanca.


Robins, Kevin. (1997) ¿Nos seguirá conmoviendo una fotografía? en Lister, M.

(Comp.) La imagen fotográfica en La cultura digital. Barcelona: Paidós.


Sontag, Sontag. (1977) Sobre la fotografía. Buenos Aires: Alfaguara.


Sitios Web vinculados a este escrito:



 

Carlos Eduardo Araujo (Caracas, 1972)

Artista visual, educador e investigador, con experiencia en gestión de proyectos expositivos, en publicaciones artísticas con fines

educativos y en programas de educación en arte. Acualmente reside y trabaja en caracas.


Instagram: @araujovisual

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