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Autobiografías aleatorias: sobre el Free Jazz de Ana María Ferris

Manuel Vásquez-Ortega


Más allá de la portada



Ana María Ferris: Free Jazz (2021). Diseño y conceptualización: Ricardo Báez. Fotografía: Photostudio Daniel Benaim.


Desde lo que hoy podemos entender como el ‘principio’ de la narración histórica del arte -con Giorgio Vasari y Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos (1568)- ha existido una presencia notable del tema biográfico en relación a la obra de arte y a su espectro. De esta manera y durante mucho tiempo, los datos técnicos de la creación (así como sus respectivos análisis discursivos) se desarrollaron en una intrincada relación de ficciones, atributos e interpretaciones, concebidos en una imposible separación de lo anecdótico; es decir, que la experiencia vital del autor se mantenía estrechamente vinculada a la formulación narrativa de la creación, así como a sus posteriores estudios.


Sin embargo, al encontrar de manera recurrente el aspecto biográfico como estrategia conceptual en el arte de nuestro tiempo, se hace pertinente cuestionarse cómo las convenciones de dicho género han variado y cómo éstas han influido en la interpretación de las imágenes en la actualidad. Muy diferente a las nociones del otrora, la biografía como tema en el arte contemporáneo da cuenta de un renovado interés por las ‘micronarrativas’, así como por “una dimensión del individualismo que en cada personalidad muestra «un universo en sí»” (Guasch, 2009). Y es que, en el desarrollo de esta cosmología del yo, los artistas no solo son motivados por “profundizar en acontecimientos únicos y autosuficientes vinculados con el «sujeto» (…) sino por la voluntad de contextualizar los acontecimientos biográficos en el campo social en el que se ubican” (ídem).


En esta necesidad de dar contexto a una historia personal, se inserta un cuerpo de imágenes de la fotógrafa venezolana Ana María Ferris, que bajo el título de Free Jazz plantea la idea de una secuencia aleatoria de souvenirs visuales de su vida, como una forma de recopilar el registro de un determinado periodo íntimo (y por tanto biográfico): el transcurso de las décadas de 2010 al 2020 a lo largo de distintas ciudades del mundo.



Ana María Ferris: Free Jazz (2010-2020).


No obstante, a pesar del recorrido ofrecido por Ferris, “no se puede comprender una trayectoria, a menos de haber construido de antemano los estados sucesivos del campo en el que esta se ha desarrollado” (Bordeiu, 1989). Circunstancia ajena al caso del fotolibro Free Jazz (2021), en el cual los acontecimientos vinculados al sujeto se desprenden de todo hilo narrativo, para hablar así de la imagen en tanto que imagen. Una visualidad que, a medida que evoluciona, se convierte en el contexto activo de las imágenes anteriores en medio de un proceso de encadenamiento libre, acentuado a través de un algoritmo de orden y encartado[1].


A pesar de la aleatoriedad, las fotografías de Ferris responden a una inquietud autobiográfica, en la cual las experiencias de vida de la autora la hacen detenerse en detalles y escenas de pequeños goces; momentos que cobran mayor valor para Ferris tras un oscuro episodio vivido: el sometimiento de su familia y el saqueo de su hogar a manos del hampa organizado (materializado en un proyecto editorial anterior titulado ¡No me mires![2]). Así, los dos fotolibros conforman un aspecto autobiográfico del ‘universo en sí’ de Ana María, que en el caso de Free Jazz se convierte en un espacio catártico de existir después del trauma.


Ana María Ferris: Free Jazz (2021). Diseño y conceptualización: Ricardo Báez. Fotografía: Photostudio Daniel Benaim.


El ir y venir de las imágenes que componen el libro, más allá de todo concepto de escritura desencadenante y finalista, da forma al movimiento vital diseñado y concebido por Ricardo Báez, en el cual el ‘yo’ autobiográfico de Ana María se desdibuja -sin desaparecer- para dar paso a una dispersión de los fragmentos, que reenvían y reúnen procedimientos propios de la memoria comparables con el jazz: una inserción azarosa de momentos en la que el autobiógrafo ‘propone’ y el lector ‘dispone’.


Por su parte, en este acto de disposición -y de cierta forma de una ruptura estructural en el proceso de lectura de fotolibro- un término aparece para hacernos pensar en la naturaleza de las imágenes que lo conforman: la posfotografía, un concepto que hace referencia a “la fotografía que fluye en el espacio híbrido de la sociabilidad digital, y que es consecuencia de la superabundancia visual” (Fontcuberta, 2016). Escenario ante el cual surge una nueva cuestión: ¿cuántas tomas y capturas guarda nuestro teléfono móvil?


Ana María Ferris: Free Jazz (2010-2020).


Sabemos que “estamos instalados en el exceso de las imágenes, y más que sumirnos en la asfixia de su consumo, estas parecen confrontarnos al reto de su gestión”, advierte el teórico de la imagen, Joan Fontcuberta (2016). Pero, ¿qué hacer con estas escurridizas esencias sin dimensión? Al estar inmersos en un orden visual distinto al de un pasado en el que la fotografía se capturaba, se materializaba y se almacenaba, un nuevo orden exige un tratamiento profundo y crítico que no implique sólo las condiciones específicas de la imagen, sino también las lógicas de su gestión, difusión y control.


Es en este punto en donde el fotolibro aparece para hacer de la imagen posfotográfica un ente que ‘entra y sale’ de clasificaciones posibles, para confrontar su desmaterialización y la preeminencia de una información sin cuerpo que ahora es objeto. Un material que pausa (pero no detiene) la circulación de un flujo frenético de imágenes, y que en nuestro caso, es acompañado por una pista sonora producida[3] por Abraham Araujo para introducirnos en el universo de delirio, improvisación y exceso propio del jazz libre.


Ana María Ferris: Free Jazz (2021). Diseño y conceptualización: Ricardo Báez. Fotografía: Photostudio Daniel Benaim.


Finalmente, en Free Jazz, los autores nos muestran una autobiografía de citas y yuxtaposiciones parciales, en las que la lógica de la obra de arte ‘en tanto que archivo’ varía en su hallazgo o construcción, en su ser público y a la vez privado, real y también ficticio. Pero, más allá de las ambivalencias, existe en el fotolibro (como en todo producto fotográfico) la necesidad de vencer al olvido mediante la recreación de la memoria misma, a través de un interrogatorio a la naturaleza de los recuerdos, aleatorios, sin sentido e impredecibles. Acción que Ana María Ferris y Ricardo Báez realizan mediante el rechazo de toda narración lineal e irreversible, para así presentar un objeto híbrido de forma espontánea, que evidencia la posibilidad inagotable de la autobiografía como estrategia para explorar los ‘universos en sí’ de cada creador.

 

Notas

[1] Para más información sobre el fotolibro ¡No me mires!: La fotografía como riesgo y desacato, un Apunte sobre el fotolibro de Ana María Ferris, por Johanna Pérez Daza, en: Archivo Fotografía Urbana.

[2] Cada ejemplar ha sido compaginado de manera diferente. El orden de las páginas, programado a partir de inteligencia artificial, es aleatorio.


[3] Para escuchar la banda sonora de Free Jazz diseñada por Abraham Araujo, accede aquí.


 

Referencias:


Bourdieu, Pier (1989): La ilusión biográfica. Universidad de Barcelona.


Fontcuberta, Joan (2016): La furia de las imágenes: notas sobre la postfotografía. Barcelona, Galaxia Gutenberg.


GUASCH Anna María (2009): Autobiografías visuales: entre el archivo y el índice. Madrid, Siruela.


 


Manuel Vásquez-Ortega (Aragua, 1994)


Arquitecto por la Universidad de Los Andes (2018), profesor e investigador, actualmente residenciado en Mérida, Venezuela


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