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REQUIEM200≤: La obra como archivo vivo. Entrevista con Violette Bule.

Constanza Mendoza


En conversación con

 

Mi interés por el arte en su inserción con la práctica política me motivó a conversar con la artista venezolana Violette Bule. Varias de sus obras se orientan hacia el diálogo entre arte y práctica social, tomando de las posibilidades estéticas del arte un lenguaje único para nombrar y comentar lo que pasa a su alrededor. Violette es fotógrafa de formación y versátil en su exploración de medios artísticos, pasando desde obras en formato medio y grande para instalación, hasta fotografías y puestas en escena.


Fue artista residente de Cornell University en Nueva York y ha recibido becas por el City of Houston Mayor’s Office of Cultural Affairs and Art League Houston, la Fundación Cisneros y SOMA en México, y Tokyo Art Space. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas en Alemania, China, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, México y Venezuela. Actualmente reside en Houston, Texas.


Quisiera enfocar este texto en una de sus piezas más recientes: REQUIEM200≤.


REQUIEM200≤ es una estructura de madera cuya silueta dibuja a grandes rasgos el mapa territorial de Venezuela y muestra pequeños cuadros grises. Estos cuadros a su vez ocultan códigos QR que llevan a fichas informativas de personas que han muerto desde el 2014 en el contexto de protestas. Escribo voluntariamente “ocultan códigos QR” porque éstos no son visibles al menos que se descargue gratuitamente una aplicación y se coloque un celular inteligente sobre cada cuadrado. Esta decisión aparentemente inocente, fue tomada intencionalmente dentro de la propuesta estética de REQUIEM200≤. Su apuesta es territorializar la violencia reciente en Venezuela y hacer registro de ella a partir de un gesto de visualizar lo que ha sido ocultado en cifras oficiales. En efecto, cada ficha indica el lugar y fecha de muerte así como una imagen de los rostros de las personas. La intención de Violette es la de “darle un rostro a una estadística. Buscar la cara de un número específico.” [1]


REQUIEM200≤ está pensada como la extensión de un archivo vivo que se va construyendo a medida que se registren más nombres e información sobre personas que han muerto en contexto de protestas. En este sentido, ésta es una obra que aún no termina y que trasciende su materialidad para convertirse en documento y registro a la vez.


La propuesta artística de REQUIEM200≤, me lleva a reflexionar sobre cómo se teje y se honra la memoria de las personas que han muerto, y el potencial disruptivo del arte para denunciar la violencia. Ante el reto de cómo construir esa memoria sin caer en retratos reduccionistas, esta obra es un primer paso para humanizar a las personas al evitar reducir su dignidad a una estadística. La obra invita a preguntarnos cómo esa memoria se comienza a narrar dentro de los relatos históricos del país, y cómo insertarla dentro de una malla histórica más amplia que nos lleve a cuestionar colectivamente las estructuras y prácticas opresivas que han existido en Venezuela.


La siguiente conversación con la artista profundiza sobre los temas mencionados anteriormente y nos introduce a la práctica artística de Violette.


***


Constanza Mendoza: ¿Cómo se convierte el lenguaje estético del arte en un vehículo de denuncia política?


Violette Bule: Para mí, es indivisible el arte y lo político porque a través de mi trabajo estoy hablando de mi vida, mi día a día, de mis experiencias personales que se ven subordinadas a las estructuras de poder en la sociedad y mis condiciones dentro de ese aparato. Mi trabajo está adherido a lo político y social, y es así como más me interesa desarrollarme en el arte. Siento que es lo más íntimo; es lo más personal.


CM: ¿Cuándo comienza y termina una obra? ¿Cómo te aproximas al proceso de hacer obra?


VB: Tengo cuadernos con notas, dibujos, audios, fotos del teléfono y hechas con cámara, todo está impreso o grabado. A veces comienzo por dibujar la pieza que estoy viendo y comienzo a trabajar conceptualmente o, a veces, pongo información sobre una pieza en específico y hago un baúl gigante de información—desde carpetas en computadora hasta una caja de cosas, y voy metiendo todo ahí. No sé cómo sucede y ni en qué momento [la obra] se transforma en obra. Ese proceso pasa solo y va pasando con obsesión, es decir, con constancia. Me gusta creer que estas ideas tienen vida propia y siempre estamos en diálogo, acercándome cada vez más a comprender a qué responden y cómo puedo traducirlas para que otros puedan continuar el diálogo.


Creo que el grueso o la médula de mi trabajo está en ese proceso de búsqueda, y es por ello que es dificir clasificar o pensar en cuando conmienza o termina porque siguen vivas, a punto de expandirse y adaptarse sus significados.


Mi experiencia es líquida y muy impulsiva también.


El arte no es sólo una herramienta de transformación de realidades, sino que el arte también se transforma según como cada persona lo viva. La diversidad de fuentes de información, la cotidianidad, las colaboraciones, la evocación, el reciclaje, todo aporta a las capas que nutren una pieza. Me interesa situar al espectador autónomo ante la obra, que la ponga donde quiera, que esté de acuerdo o no, que se incomode o se identifique e incluso apropiarse de ella.


Mi trabajo vive en su proceso y en las colaboraciones que se dan a partir de ellas.


CM: Me pongo a pensar en los lugares desde dónde se articula la propuesta artística cuando tienes, por un lado, un actuar desde la intuición, por otro lado, las certezas que vienen desde lo que se logra articular y, finalmente, lo que la pieza misma te va diciendo…


VB: Se articula en el proceso. Por ejemplo, REQUIEM200≤ involucra a muchas personas, desde aquellas que me enseñaron a hablar de código y plataformas de realidad aumentada hasta curadores y amigos como Michel Otayek, quien estuvo conmigo resolviendo cómo instalar REQUIEM200≤ en Washington Square Park en Nueva York. La pieza fue expuesta por primera vez ahí y fue también ahí en donde conocí a la profesora Irina Troconis, quien desde entonces le ha hecho seguimiento al cuerpo de trabajo que desarrollo sobre Venezuela. Normalmente, el empuje viene de la confianza y obsesión. Sé que quiero y a dónde voy con esto que me importa mucho realizar, pero también permito que fluyan cosas que van enriqueciendo al trabajo.

REQUIEM200≤ fue una obra en la que comencé a acumular data y luego de eso, la siguiente pregunta fue cómo hacerla de todos y para el servicio de la memoria del país.


CM: Me gustaría que habláramos un poco más de esta data, ahora que la mencionas. ¿Cómo te aproximas a la idea de “acumular data” sabiendo que la data se trata de personas que fueron asesinadas en medio de las protestas?, ¿desde donde honrar la memoria de personas que ahora son presentadas como data?


VB: En principio, quería darle un rostro a una estadística. Buscar la cara de ese número específico. Mi primer conflicto cuando me vine a Estados Unidos era sentirme en el desarraigo, y fue difícil sobrellevar la ilusión de estar de manos atadas. Esa ausencia, ese momento de cambio y soledad, es el primer detonante de REQUIEM200≤. Recuperar mi propia memoria y la de todos, rendir un homenaje y, sobre todo, tener el rostro de esos que fueron reducidos a un número nefasto y doloroso.


Desde el principio era evidente que los números de muertos entre portal y portal de información no correspondían. Por ejemplo, en Telesur decían 40 muertos y, por otro lado, Amnistía decía 80 muertos. Mientras, yo seguía diariamente la información por Twitter desde el 2014 y veía que los números no correspondían. Empecé a diseñar la idea de crear un archivo con toda esta información.


REQUIEM200≤ habla del blackout mediático en el que vivimos. Mostrar toda la data es infalible para provocar una conversación e incorporarla en espacios públicos, físicos y digitales que sean accesibles y que la obra sea vista desde todo lugar como registro de nuestro luto político. En su parte digital, he compilado un mapa que preserva la ubicación exacta de donde cada persona falleció y así se conserva geográficamente el lugar en donde ocurrieron estos crímenes de lesa humanidad. José Millán, que es ingeniero de sistemas, trabajó conmigo a distancia desde Cumaná, en el oriente de Venezuela, y yo desde Nueva York. Juntos concebimos la aplicación móvil que utiliza la tecnología de realidad aumentada para revelar las personas detrás de cada código. Oriana Bastardo, desde Caracas, Agusto Briceño, en Nueva York, y muchos amigos me mantenían al tanto de sucesos e información relevante y todos compilábamos poco a poco la historia de nuestros héroes caídos, atajándolos para la historia.


Quería generar un vínculo entre documento, memoria y obra como plataforma de transformación. Un archivo en el cual reflexionar sobre lo que no podemos olvidar. Una plataforma abierta en la cual la gente pueda enviar información o corregirla por medio de la página web. Entonces, la idea es que REQUIEM200≤ y la información que provee sea data accesible y transparente.


REQUIEM200≤ no ha terminado; terminará cuando dejen de morir personas en protestas a manos de la represion. Todos los caídos, independientemente de su distinción política, son víctimas de este caos mal llamado gobierno. Todos somos un número sin cara, ni identidad.


CM: Además situaste la información en el mapa de Venezuela. Pudiste haber hecho una lista de las personas asesinadas o una obra en cualquier otro medio, pero REQUIEM200≤ es un mapa de Venezuela, y las personas asesinadas y la violencia están, por lo tanto, territorializadas.


VB: Este mapa de Venezuela está en ruinas y de luto, y también alude al petro-estado y a la demagogia. Nosotros hoy tenemos una geografía borrosa porque estamos regados por el mundo, mientras estamos al mismo tiempo siendo perpetuados por diferentes tipos de injerencias y desde diferentes lugares. Una injerencia que está adentro del país, violando y saqueando, y otras que desde afuera se apoderan y sabotean cualquier intento por recuperar nuestra soberanía. Entonces para mí, ese era un acento que quería evocar con la escultura en sí.


CM: Comentabas que para ti el arte tiene un potencial transformativo. [Entre risas y lágrimas en los ojos], ¿puede el arte contribuir a cambiar el status de las realidades que vivimos?


VB: [Risas] No sé… Seguiremos por siempre en una postura de problematizar y cuestionar las cosas. Ese deseo de cambiar no termina de alcanzarse (afortunadamente). Yo creo que el arte transforma según la perspectiva de cada persona, según la sensibilidad y la experiencia que uno trae consigo. Me gusta pensar que lo que hago puede servir a otros para hablar sobre un dolor en común. La obra trasforma y quiere provocar acción. Es un ciclo: el mundo se repite y con él los cambios. El arte es inagotable y su pulso son los cambios.



Fotografías cortesía de Raquel Abend

 

Nota


[1] Extraído de la conversación entre la artista y quien escribe este texto.

 

Entrevista a Violette Bule.

Video realizado por la artista Beatriz Bellorin gracias al apoyo de Surpik Angelini, fundadora de Transart Foundation en Houston, Texas.

 

Constanza Mendoza Guerra. Caracas, 1990. Trabaja en la intersección de pedagogía, curaduría y gestión de proyectos artísticos y culturales. Con más de seis años de experiencia internacional en mediación educativa e interpretación en museos, su trabajo considera al arte como una práctica social capaz de generar procesos colectivos de reflexión e imaginación. Fue seleccionada para ser parte del programa Museum Education Graduate Scholars Program en el Art Institute de Chicago. Se graduó de la maestría en Arts Administration & Policy por el School of the Art Institute of Chicago y obtuvo su licenciatura en Historia del Arte por la Université Paris-Sorbonne. Actualmente vive en Chicago, Estados Unidos.

Violette Bule. Caracas. Es una artista venezolana que trabaja con fotografía, instalación y medios mixtos. Fue artista residente de Cornell University en Nueva York y ha recibido becas por el City of Houston Mayor’s Office of Cultural Affairs and Art League Houston, la Fundación Cisneros y SOMA en México, y Tokyo Art Space. Ha participado en exposiciones individuales y colectivas en Alemania, China, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, México y Venezuela. Actualmente reside entre Nueva York y Houston, Texas.


Puedes conocer más sobre la trayectoria de Violette Bule, visitando su página web. Igualmente, puedes seguirla en su Instagram @violettebule_art


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