Con los años he ido creando un pequeño archivo de imágenes: oscila entre el collage, las capturas de pantalla, la fotografía, el montaje, el escaneo, las superposiciones, los recortes y demás formas del (re)encuadre. Muchas veces estas posibilidades se entremezclan, los materiales son diversos, el origen difícil de constatar (revistas, periódicos, papeles, postales, publicidades, etiquetas, “basuras”). Las idas y las venidas entre los formatos y los procedimientos (¡caseros!), en el momento de la eventual impresión (low cost!), seguro que traerán otros cambios y recreaciones en las imágenes (y su historia). Me interesa la opacidad y hasta lo fallido que pueda sobrevivir en ellas. Tal vez sea mi versión personalísima de los antiquísimos pentimenti: trazos sobre trazos, cortes sobre cortes, alteraciones, versiones, variaciones, reiteraciones, cierto movimiento vibratorio.
Así quise detenerme en el gesto, los ojos, la expresión del que busca y asombrado va. Cada imagen tiene su leyenda (a su vez la insinuación de un poema).
Después, la “cédula”, la constatación de la mano ávida, cambiante, acaso la firma personal.
Esa es la invitación: detenerse en lo que viene, lo que va, lo que no regresa, lo que vuelve con otro rostro.
Alejandro Sebastiani Verlezza
Mayo/junio, 2020